Manuel Pérez Piñeiro: "La materia prima de los auditores son las personas"
 
 
12.11.2024. Con casi tres décadas de experiencia en la auditoría de cuentas, el auditor Manuel Pérez Piñeiro, de Auditora Galega de Contas SLP, acaba de incorporarse al comité directivo de los auditores gallegos (ICJCE Galicia). Pérez, que comenzó en la profesión cuando esta aún era relativamente reciente, destaca el valor añadido de firmas pequeñas como la suya y la importancia de la formación en nuevas tecnologías. Contra la creencia generalizada, desmiente que la labor principal de las auditoras y los auditores se sustente en los datos. “Siempre le pregunto a la gente que trabaja conmigo cuál es nuestra materia prima. Responden que son los números, las contabilidades o las cuentas. Pero yo siempre les digo que nuestra materia prima son las personas, porque debemos trabajar con ellas (compañeros y clientes) y moldearlas hasta conseguir que hagan las cosas correctamente como necesitamos. Sobre todo, que nos faciliten todo aquello que se necesita para llevar a buen puerto una auditoría”, señala el profesional.
 
¿Cómo empezaste tu carrera como auditor?
Cuando terminé la licenciatura, en 1995, la instauración de la auditoría como profesión regulada era relativamente reciente y se estaban organizando cursos de formación para incorporar gente a esta rama de actividad. Se dio la casualidad de que en la Universidad de Santiago de Compostela –donde había estudiado–, en colaboración con la Escuela de Auditoría del Instituto de Censores Universidad, se convocaba la primera promoción de un Máster de Auditoría, y decidí meterme por ser un campo de actividad que me resultaba atractivo. Ese mismo año también empecé un Curso de Especialización en Comercio Exterior, pero descubrí que la auditoría me atraía más. Al terminar el máster tuve entrevistas, entre otras, con los que luego acabarían siendo mis jefes (Alfonso Núñez y Francisco Servia), aunque en aquel momento no cuajó. Fui como becario por el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) al departamento financiero de una empresa en Ribadeo. Pero, cuando llevaba apenas un año en el puesto, me contactó de nuevo Alfonso Núñez: quería a alguien con ganas y formación específica y yo, que cumplía los requisitos, volví a Santiago. Recuerdo que en el 95 había mucho paro y, en aquel momento, conseguir un trabajo era muy difícil.
 
¿Cómo recuerdas los inicios de la profesión de auditoría?
La Ley de Auditoría había salido en 1989. Esos primeros años hubo muchos auditores que obtuvieron la licencia sin verdadera vocación. Mis jefes, auditores los dos, quisieron darle un enfoque más profesional, apostando mucho por la especialización del personal (en aquel momento, yo) y por la formación específica, pensando en ofrecer un buen servicio con buenas bases de cara a los años que estaban por venir.
 
¿Con las nuevas generaciones y la incorporación de nuevas tecnologías, piensas que la profesión está cambiando mucho?
Creo que hay que diferenciar los despachos más grandes de los que son pequeños. Yo puedo hablar de la experiencia de mi despacho y de otros parecidos que conozco, y creo que la profesión aún no ha pegado el cambio que pienso que se nos avecina. La inteligencia artificial (IA) y la incorporación masiva del tratamiento de datos automático van a venir a cambiar sustancialmente y en un corto plazo de tiempo los esquemas de trabajo de muchos despachos. Nosotros, a pesar de ser pequeños, nos incorporamos allá por 2002 a programas específicos de auditoría para tratar de trabajar con sistemas que nos liberasen de ciertas tareas y tratasen la información de una manera más cómoda. Seguimos trabajando con aquel programa y con mejoras que la informática fue permitiendo hacer a lo largo de estos años, pero eso no deja de ser trabajar con un esquema de trabajo “tradicional”. Creo que el gran cambio en la auditoría todavía está por llegar. Con la introducción de la IA y del análisis bruto de datos va a cambiar el paradigma de las auditorías. El esquema de trabajo va a cambiar, tanto para los grandes como para los pequeños despachos. El nuestro, en la medida de lo posible, ya está estudiando cambios de formas de trabajar en ciertos aspectos y la idea es seguir profundizando en los automatismos, apuntándonos a la formación específica sobre la IA y experimentando con ella. Todo esto para las personas más jóvenes que entran a trabajar con nosotros, que lo integran mucho más fácilmente que la gente que ya llevamos más tiempo.
 
“Con la introducción de la inteligencia artificial (IA) y del análisis bruto de datos va a cambiar el paradigma de las auditorías. El esquema de trabajo va a cambiar, tanto para los grandes como para los pequeños despachos”
 
¿Cómo es trabajar en una sociedad como Auditora Galega de Contas?
Auditora Galega de Contas SLP es una sociedad pequeña que, cuando nace, en el 98, estaba compuesta únicamente por tres personas. Eso fue cambiando a medida que fuimos ganando más volumen y más gente. En el año 2025 seremos 8 personas. A esta pregunta quizá no debería ser yo quien responda, pero creo que hacemos un trabajo técnicamente apropiado, adaptándonos lo más posible a las necesidades del cliente en lo relativo a plazos y en facilitarle la vida. De esa manera podemos competir con otras firmas. Como tratamos de no ir con un descuento en los precios, intentamos adaptarnos a las necesidades del cliente y darle valor añadido al servicio de auditoría que prestamos, detectando problemas y poniendo encima de la mesa posibles soluciones, siempre manteniendo nuestra independencia. Ese es un valor añadido de las firmas más pequeñas. Especialmente, nuestra forma de trabajar está avalada por nuestra trayectoria, en la que apreciamos cómo los clientes que se captan sólo en casos muy residuales se acaban marchando. Auditora Galega es como una pequeña familia, el empleado no es un número, como pasa en grandes despachos.
 
“Intentamos adaptarnos a las necesidades del cliente y darle el valor añadido al servicio de auditoría que prestamos, detectando problemas y poniendo encima de la mesa posibles soluciones, siempre manteniendo nuestra independencia”
 
¿Qué percepción tienen las empresas de los auditores?
Yo siempre digo, como dicen las NIAS, que tú no vas con la lupa “a ver cómo te cazo”, pero los clientes muchas veces sí que tienen esa percepción del auditor. El cliente tiende a estar a la defensiva, sobre todo por desconocimiento en primeras auditorías, y a no facilitar información más allá de lo que le pidas. Eso pude generar problemas y desconfianza por ambas partes porque tú también ves que el cliente no se abre y no te cuenta más allá de lo que tú le preguntes.
 
¿Por qué les recomendarías a las empresas, grandes, medianas y pequeñas, que se auditen?
En primer lugar, por una cuestión de fiabilidad de la información. Como auditores, sabemos que las empresas que se incorporan por primera vez al mundo de la auditoría tienen todas algún tipo de déficit o carencia, por lo que su información mejora, al tiempo que se reduce la tentación de cometer errores intencionados que distorsionen la información contable que se publica. Y, si mejora la fiabilidad, mejora también la imagen general de la empresa hacia terceros.
 
¿La auditoría mejora las empresas?
Sí, porque, a veces, los problemas que se detectan tienen menos que ver con malas praxis de los contables para generar información y más con problemas de fondo, relacionados con el diseño de los sistemas de control. Yo creo que la tarea del auditor propicia que se detecten esos problemas y se introduzcan soluciones, mejorando, en definitiva, la gestión global de la empresa.
 
“Creo que la tarea del auditor propicia que se detecten esos problemas y se introduzcan soluciones, mejorando, en definitiva, la gestión global de la empresa”
 
¿Cómo afrontas tu incorporación al comité directivo del ICJCE Galicia?
Con interés y un poco de cautela. Para mí hay dos cuestiones básicas que quizá tenemos que abordar y que están ya en la mente de todos: por un lado, tratar de incorporar lo más posible las nuevas tecnologías a los despachos pequeños; continuar en el tema de la formación en nuevas tecnologías y sistemas de información, y no sólo (aunque también) formación teórica sobre normativa de cumplimiento de auditoría; y, por otro lado, conseguir, tanto los censores como las organizaciones de auditores en general, que la auditoría vuelva a ser un campo interesante de trabajo para la gente joven. En general, trataré de echar una mano en lo que se me demande por parte de la directiva.
 
¿Animarías a ls nuevas generaciones a que se dediquen a la auditoría?
Sí, claramente, porque da una visión diversificada que permite un aprendizaje muy rápido. Sin darte cuenta, te haces idea de cómo se organiza una empresa, entras en contacto con sectores distintos y las problemáticas que les afectan, etc. Para mí la auditoría necesita una habilidad básica: cierto don de gentes, porque tienes que trabajar con otros. Simpre le pregunto a la gente que trabaja conmigo cuál es nuestra materia prima. Responden que son los números, las contabilidades o las cuentas. Pero yo siempre les digo que nuestra materia prima son las personas, porque debemos trabajar con ellas (compañeros y clientes) y moldearlas hasta conseguir que hagan las cosas correctamente como necesitamos. Sobre todo, que nos faciliten todo aquello que se necesita para llevar a buen puerto una auditoría. Si no sintonizas con el cliente, harás la auditoría, pero non te harás con el cliente. Este aspecto para mí siempre ha sido el mayor desafío de la profesión. Puedes estudiar y asimilar una norma técnica, gañarte la confianza de una persona –de un cliente– es más complejo.
 
 
Fotografía: Punto GA-Miguel Riopa.

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