Lo que nos pasa y lo que nos puede pasar
Aunque estábamos advertidos, todo esto nos ha cogido por sorpresa. Los efectos del Covid-19 han modificado nuestro presente y, sin lugar a dudas, van a transformar radicalmente nuestro futuro, como sociedad y como individuos.
Empezando por lo que nos está ocurriendo: las personas, de prácticamente cualquier lugar del planeta, sufrimos tres sentimientos que se retroalimentan entre sí. En primer lugar, miedo. El Estado de Alarma ha originado un estado de alarma. Los medios de comunicación informan al minuto de los contagiados y los fallecidos, como si se tratara de un marcador de un evento deportivo. Las redes sociales echan humo, en muchos casos con noticias falsas, con la crítica fácil al político que no es de la cuerda, cebándose en lo macabro y lo siniestro, como si se tratara de una película de cine gore. El cerebro humano no está preparado para procesar esta información de una forma racional. Y aparece la angustia, la ansiedad y la desesperación. Se nos había olvidado, pero somos animales, y por tanto vulnerables, física y psíquicamente.
El segundo efecto está relacionado con el confinamiento. Vivimos –o vivíamos– en una sociedad acelerada, la velocidad impregna todos nuestros actos. El trabajo, el transporte, el ocio, la diversión… Todo ha de ser rápido, de consumo inmediato. Sin embargo, en estos días, en la ecuación de la velocidad, el numerador, es decir el espacio, se nos ha reducido a la mínima expresión. Sin embargo, el denominador, el tiempo, se ha estirado. Nos tenemos que adaptar, como hacen los animales que hibernan, bajando la temperatura para consumir menos energía. Somos animales sociales, y ahora somos conscientes de ello. Nos necesitamos unos a otros. Ahora la tecnología es nuestra gran aliada. Nos permite teletrabajar; conectarnos con nuestros seres queridos; canalizar el ocio… Por otra parte, y pensando en los principios de la Revolución Francesa, aceptamos que, para que la Igualdad y la Fraternidad sean posibles, ahora mismo toca renunciar provisionalmente a un pellizco de Libertad. Es algo que podemos asumir, y lo estamos haciendo, con una comprensión y una responsabilidad muy reconfortantes desde el punto de vista sociológico.
Y el tercero, la incertidumbre. El ser humano se maneja mal si desconoce lo que puede ocurrir. Siempre hemos buscado certezas, y las hemos demandado a la religión, a la ciencia o a la superstición. Aunque decía Kant que la inteligencia de un hombre se mide por la cantidad de incertidumbre que puede soportar, la mente humana necesita descansar en sentimientos de seguridad ante lo que nos depara el futuro. Estos días nos asolan cientos de preguntas sin respuesta. ¿Cuánto va a durar el encierro? ¿Qué efectos se van a producir en la economía? ¿Y si la pandemia se repite en el otoño?
Aunque aún es pronto para sacar conclusiones, algunas ya las tenemos delante. www.fidefundacion.es 5 En cualquier sociedad, los profesionales más necesarios son aquellos que se ocupan del presente, es decir, los médicos y los sanitarios; y los que cuidan de nuestro futuro, los investigadores y los profesores. De forma increíble, estas profesiones, especialmente en España, están maltratadas. Sin medios, mal pagadas, incluso socialmente poco consideradas. Esta crisis nos está demostrando lo equivocados que estábamos. Y no vale sólo con aplausos, sin duda merecidísimos. Hay que revertir esta situación, porque nos va en ello nuestro futuro.
También nos hemos dado cuenta de que los sistemas de salud son esenciales para la seguridad. Hemos comprobado que nuestro sistema sanitario, aun estando entre la elite mundial, ha hecho aguas por muchos sitios. Habrá que dedicarle los esfuerzos y el dinero necesario para que esto no vuelva a ocurrir.
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Mario Alonso es el presidente de Auren.